martes, 13 de julio de 2010

Loca por las compras.

Ayer sucedió más de una historia sólo conté una, aquí está la segunda:

Después de haber trabajado dos semanas, el pasado sábado obtuve mi nada desagradable sueldo, fueron  novecientos pesos. Antes de tenerlo ya había realizado planes para el.  Planeé comprarme unos tenis porque con eso de que ando de aquí para haya mis zapatos están hechos residuo intestinal, planeé comprarme un par de medias negras (es importante mencionar el color, siempre hay que ser especifica), unos audifonos también, puesto que los originales de mi reproductor están en la recta final, eso y unas cuantas cosas más, nada fuera del otro mundo (o al menos eso digo).

Por la mañana de ayer, me fui, como todos los días, un poco antes de las 8:00 am a mi trabajo, por lo regular no pasan cosas relevantes ahí, porque los señores están apresurados para que les cobre, ya saben ahora el tiempo es oro...

 Acontinuación haré un paréntesis.

Hace unos días un señor me dijo:

- Qué bonita biblia, haber cuando me consigue una.

Con cara de niña un tanto ofendida, lo miré y articulando un falso tono amable, le respondí
- No es una biblia.

Es muy gracioso, por estar sentada, sumergida en la lectura de un libro, de más de 800 páginas me miran extraño, otros se asombran y me dicen:

- Que bien que le guste leer, es muy raro encontrar a una muchacha de su edad que le guste leer.

En fin, seguiré escribiendo lo que nos ocupa, una vez pasada la "la hora de las diligencias", nos tocó "la hora de la comida" (aquí es la parte donde entra la historia de las zanahorias, busques en la entrada anterior), me quedé en casa, porque me urgía despilfarrar mi sueldito.

Al rededor de las seis de la tarde, tal vez siete, salimos, mis dos hermanas, mi primito (el mismo que me acompañó  en la anterior historia) y yo, armados con nuestros pocos "dineros", llegamos a la porquería de plaza que tenemos en la ciudad y ahí comenzó la historia.

Como primera parada, tuvimos a Mcdonalds, después a babú y nos sentamos a disfrutar de nuestras bebidas.  Después de pasados unos minutos, vimos que podíamos comprarnos una pizza, teníamos ganas de comer pizza y ahí vamos a comprar una. Compramos una promoción  "Una pizza grande más un refresco de dos litros, por sólo $159.00" ... Pizza entre cuatro es una mala idea. Con la  barriga  hasta su  punto máximo, con un litro de refresco en el bote de basura, nos paramos para dirigirnos a comprar accesorios. He de confesar que tengo una atracción por los objetos en rebajas, no es por ser tacaña sino que algo sucede que hace que yo vea primero aquello que lo nuevo. En fin, compré dos pares de aretes en la primera tienda, y en la segunda... compré más de 5 pares de aretes, un prendedor, pins y unas cintas decorativas. Después de esa tienda, avanzamos hacia Coppel ahí compraría mis medias y cuchicheariamos las mochilas y, también, ahí compraría las baterías de mi cámara (sí, lo que sucede es que yo aún tengo de esas cámaras digitales cavernicolas que necesitan de baterías para funcionar) pero no pude ni comprar mis medias, ni las mendigas baterías y a penas pudimos manosear las mochilas, había decenas de plebes...

El cansancio se estaba apoderando de mí, había hecho muchas cosas durante el día, así que viéndome rendida a tener que volver otro día por las medias y baterías nos marchamos.

Pd: Subiría las fotos de mis compras, pero como habrán leído en el penúltimo párrafo mi cámara carece de energía para funcionar.

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