Me encontraba dentro del taxi, era el día de la verdad, pues me dirían si estaría en la presentación o no. De no estar presentando reprobaría automáticamente. Los nervios se apoderaron de mi, que recurrí a algo que nunca imaginé hacer...
Cerré los ojos, uní mis manos y pedí a DIOS que me ayudará, que me ayudará a presentar mi pieza sin errores.
El taxi llegó a la escuela, bajé, me dirigí al salón, entré, saqué de la mochila mi partitura... ahí sucedió.
DIOS sólo me jodió.
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